Un legendario combate entre el cartagenero Rodrigo Valdés y el invicto Carlos Monzón marcó la historia del boxeo
“Monzón es una mariqueta empolvada.” —Rodrigo “Rocky” Valdés, 1976⸻
Del Arsenal a la cima del mundo
Hablar de Cartagena es hablar de su bahía, de su gente… y de su mercado de El Arsenal, donde Rodrigo “Rocky” Valdés comenzó a forjarse como boxeador callejero. Allí, entre el olor a pescado y el ruido de carretillas, el muchacho que luego sería campeón mundial aprendió a pelear por monedas, a endurecer sus puños y su carácter.
Cuando el mercado fue trasladado a Basurto, Valdés ya era una leyenda, pero seguía visitándolo para comer los almuerzos preparados por su esposa Aida y saludar a los amigos de siempre. Aunque viajó el mundo entero, Cartagena nunca dejó de ser su esquina favorita.
La rivalidad que dividió al planeta
El 1 de septiembre de 1973, en Numea (Nueva Caledonia), Valdés noqueó a Bennie Briscoe y se convirtió en el retador natural de la corona. Pero en esos días el trono lo ocupaba Carlos Monzón, el santafesino que reinaba en la AMB y el CMB, invicto en casi 80 combates.
La chispa saltó en 1973, en Venezuela, cuando Monzón declaró:
“Valdés no existe como boxeador.”
Tres años después, con la pelea firmada, el cartagenero contraatacó con la frase que hizo historia:
“Monzón es una mariqueta empolvada.”
Era el Caribe retando al Río de la Plata, el anuncio de que no habría paz hasta que uno de los dos reinara en solitario.
Por qué fue la pelea del siglo
La cita del 26 de junio de 1976 en el estadio Luis II de Mónaco lo tenía todo:
En Cartagena, Barranquilla, Montería y Sincelejo las cantinas apagaron la música, las tiendas cerraron y los bares de esquina sintonizaron la señal de Inravisión. Las calles quedaron mudas. Era el mundo entero mirando a Mónaco.
Valdés subió al ring con el corazón dolido: su hermano Raimundo había sido asesinado días antes. Monzón, caballeroso, le envió un mensaje de solidaridad.
El combate fue una guerra de ajedrez y pólvora. Monzón dominó los primeros asaltos con su jab preciso, pero Valdés se creció en la segunda mitad, lo estremeció en el octavo y casi lo derriba. El penúltimo round fue la bisagra: un derechazo del argentino lo mandó a la lona. Valdés se levantó y salió a ganar el último round, buscando el nocaut. Las tarjetas, ajustadas, favorecieron al campeón.
Un año más tarde, en la revancha, Valdés lo tiró, pero volvió a perder por decisión.
El rugido eterno
El 14 de marzo de 2017, a los 70 años, Rodrigo Valdés murió en Cartagena de un infarto fulminante. Su funeral fue un homenaje multitudinario a uno de los más grandes deportistas que ha dado Colombia.
Hoy, si existe un cuadrilátero en el cielo, Valdés debe estar de nuevo frente a frente con Carlos Monzón, quizá proclamando otra defensa. A un costado, su apoderado Melanio Porto Ariza; en las esquinas del ring, periodistas como Fabio Poveda Márquez, Eugenio Baena, Napoleón Perea, Campo Elías Terán y Walberto Ahumedo, listos para narrar la pelea para ese universo que sigue pendiente de la grandeza del gran Rocky Valdés y del gigante que fue Carlos. Monzón.