Tres C. Coherencia, consecuencia y corazón: El Real Cartagena en su temporada del desencanto
La temporada 2024 del Real Cartagena será recordada por su dualidad: un estadio que revivió como un carnaval, lleno de luces, música y nuevas voces, pero también por un desenlace prematuro que dejó a muchos con un nudo en la garganta. Este año, más que resultados, el equipo fue el epicentro de un fenómeno social en el que los fieles de siempre se mezclaron con una multitud de recién llegados, con todo lo que ello implica.
En las gradas, cada partido parecía una fiesta. La hinchada se reinventó, sumando creatividad y fervor: tambores, cánticos, banderas y un desfile de artistas que avivaron la llama amarilla y verde. Los pasillos del estadio acogieron no solo a fanáticos, sino también a una nueva camada de periodistas –o al menos así se hacen llamar–, quienes con celulares en mano documentaron cada detalle, muchas veces con más entusiasmo que rigor.
Este fenómeno marca un cambio. Los nuevos “creadores de contenido” no crecieron con las historias de jugadores como ‘David Ferreira, Jamerson Rentería. Frank Pacheco, José Manuel Nájera y DT como Hernán Darío. Herrera y Huber Bhodert; tampoco parecen interesados en rescatar la memoria de los que llevaron al equipo a la gloria en 1999, 2004,2005,subcampeón en la A y 2008 último ascenso. Para ellos, el fútbol parece ser una moda, algo inmediato, sin raíces ni contexto. El periodismo, en cambio, es otra cosa. Es caminar bajo el sol para llegar a los entrenamientos. Es desafiar la visión oficial con preguntas incómodas. Es respetar la historia y entender que nada importante se construye sin esfuerzo.
La eliminación temprana del Real Cartagena, a pesar de la posibilidad de un repechaje, duele más porque su temporada prometía algo más grande. El espectáculo estaba ahí: jugadores de experiencia y jóvenes con hambre de triunfo, el apoyo masivo de la ciudad liderado por su alcalde Dumek turbay, Gobernador Yamil Arana y un e conglomerado de periodistas que apostaba a devolver la esperanza. Pero el fútbol es cruel cuando se relaja la disciplina y faltan los compromisos de sus accionistas quienes hacen fuerza por los resultados encostra.
Sin embargo, este no es un epitafio. El Real Cartagena es más que una temporada fallida. Es una insignia que, como un lienzo, espera ser pintada con colores más vivos. Para lograrlo, se necesita más que hinchas ruidosos o luces en las gradas; hace falta coherencia, consecuencia y corazón.
El periodismo deportivo también debe asumir su responsabilidad. Es un oficio que trasciende la inmediatez de un “like” o la adrenalina de un “live”. Es el testigo de la historia, el guardián de la memoria y el crítico constructivo que apunta hacia el futuro.Porque mientras haya quienes estén dispuestos a gastar suela y tinta por Cartagena como sociedad respetada, el equipo tendrá una luz al final del túnel.
Este año nos deja una lección: el fútbol, como la vida, exige trabajo y respeto. Solo así se construyen historias que perduran.